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Construyendo el movimiento, construyendo ideas

Construyendo el movimiento, construyendo ideas

Entrevista por Luz Helena Cano y Roberto Hinestrosa Traducción al español por Roberto Hinestrosa ¿Cuáles son las metas para este nuevo ciclo de Alma en Movimiento?  Quisiera desarrollar este programa a partir del valioso trabajo y crecimiento que ya se ha hecho en los últimos tres años y llevarlo todavía más lejos. Convertirlo en un programa de clase mundial, al brindarle a los bailarines un entrenamiento de la mayor calidad, sobre muchas formas de movimiento, que iremos descubriendo en el camino. También quisiera proveer una plataforma para que estos jóvenes y talentosos profesionales exploren su creatividad, que es una cosa realmente importante el día de hoy. De esta forma, el entrenamiento no sólo será físico, sino que también les permitirá desarrollar su potencial como artistas: construyendo el movimiento, construyendo ideas. Confío en que los bailarines del grupo descubrirán el talento que tienen, una pasión o un amor que sienten, y esto les permitirá usar su cuerpo de manera creativa, y con el intelecto. Es importante sembrar esta semilla ahora, cuando son jóvenes, y darles un espacio para que puedan madurar como artistas, y no sólo como un cuerpo. Esto enriquecerá su paleta de colores, para que los puedan usar en su trabajo, para que sean más versátiles. ¿Cómo se enseña y cómo se transmite esto de lo que nos está hablando?  Yo soy una persona muy física, así que le demuestro físicamente a los bailarines qué espero de ellos. Es una parte muy importante de la transmisión: al tener experiencia como bailarina, mi cuerpo está muy informado, y soy muy consciente de cómo trabaja y de cómo se mueve. También les describo de lo que se trata en términos muy humanos y muy sencillos, hablándoles del peso, de la caída, usando analogías e imágenes visuales, que es una gran manera de hacerlos sentir el movimiento. Y lo que sucede es que sus cuerpos ya conocen de alguna forma los  movimientos que les pido que hagan, ya los han sentido, y es lo que intento incorporar a la clase y a la coreografía. ¿Qué espera de los bailarines más allá de la danza?  Compromiso, en un ciento por ciento. Que sean abiertos de mente, que estén listos para aprender, para aceptar cosas a las que no están acostumbrados, que exploren nuevas formas de pensar y nuevas formas de movimiento, nuevas formas de sentir. Y creo que lo vamos a lograr, son bailarines muy abiertos a nuevos horizontes, lo cual me emociona mucho. Quiero que crezcan y maduren y florezcan, como bailarines y como seres humanos. ¿Cuáles son las dinámicas que puede tener este nuevo grupo?  Los siete bailarines que continuaron en el programa desde el año pasado son bailarines muy fuertes, muy capaces, y tienen una gran madurez, lo cual evidencia además todo el trabajo que han hecho con el programa: el conocimiento de su cuerpo y el trabajo que han realizado como grupo. Pero siempre es muy interesante el aporte de los nuevos bailarines. En mi experiencia, esto refresca mucho el grupo, y permite que los bailarines más avanzados aconsejen y ayuden a los más recientes. Si los bailarines aplican esto van a beneficiarse muchísimo y van a crecer como grupo. Está muy bien que haya bailarines nuevos, porque, de lo contrario, el grupo se puede estancar, y los bailarines se pueden volver complacientes. Los nuevos bailarines le dan vida al programa, lo refrescan. ¿Cómo evitar volverse complaciente?  Hay que tener una apertura de mente, hay que querer aprender algo nuevo cada día. Esto también se puede conectar con rasgos de personalidad: si eres alguien que tiene una energía positiva, y al que le gusta bailar y bailar todo el tiempo y esta es tu pasión, vas a encontrar algo nuevo que valorar todos los días, algo de lo que puedas aprender. Tienes que encontrar algo ahí que te hable. De esta manera se aprende, y uno se puede adentrar en sí mismo. Es un desafío no volverse complaciente y no dar las cosas por sentado: estar buscando y redescubriendo permanentemente, refrescando y reinventado. Es una gran lección de sabiduría. No hay que darse por vencido. En el proceso, uno siempre encuentra cosas maravillosas, una perla, a veces incluso después de varios años, y esto es extremadamente satisfactorio. Uno se vuelve muy intuitivo, consciente de su cuerpo y del mundo, como un despertar. ¿Cree usted que su experiencia se puede transmitir a bailarines más jóvenes?  Sí, totalmente. Para mí fue un autodescubrimiento, porque no tuve un mentor o un profesor que me abriera esa puerta. Algunos de los coreógrafos y directores con los que trabajé me dieron fragmentos y pistas, de las cuales me acuerdo aún el día de hoy. Poco a poco fui conectando yo misma esa información, y dándome cuenta de lo valiosas y esclarecedoras que eran esas voces de inspiración. Pero no tuve un maestro consistente que me diera esa información. Creo que ahora, que tengo este autoconocimiento y este despertar, estoy muy emocionada porque puedo ayudar a que estos bailarines jóvenes crezcan más rápido. ¿Qué pueden aportarle los bailarines colombianos a las grandes compañías del mundo?  Su presencia física, su apertura de mente, la necesidad, el hambre de bailar, la fuerza. Esas son cosas que veo acá, pero que no necesariamente he visto en Europa. Físicamente, son bailarines muy fuertes, con una gran flexibilidad y naturalidad en sus articulaciones. En Colombia las personas son más bajitos y cuajados, mientras que en Europa son más alargadas, así que por eso, hablando en términos muy generales, los cuerpos colombianos son más ágiles, más fuertes. Sobre todo, tienen mucha hambre de bailar, mucho entusiasmo y mucha pasión. En Europa, las personas pueden ser muy complacientes, dar las cosas por sentadas, mientras que aquí hay un gran deseo y una gran energía.

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